11.3.08

¿Amo o........ amante?


Me ha encantado tu correo, de verdad, y si a ti el mío te ha conmovido, a mí el tuyo me hace levitar.

Estoy empezando a encontrarte tan maravillosa y especial que me está dando miedo pensar cómo me afectaría si algún día te siento verdaderamente mía.

Es muy tarde ya y he de dormir, pero mañana o la próxima vez que te vea, intentaré explicarte la razón profunda del tono de mi mensaje de hoy. En tu favor he de reconocer que eres muy intuitiva, pues te has dado cuenta de que, además del tono propio del juego que a ambos nos une y que espero te agrade en general, había una "sobreactuación". Quizá estés aprendiendo ya a conocerme de tal manera que, por utilizar un símil que a buen seguro sabrás apreciar, has constatado enseguida que hoy no te he dado cuatro azotes cariñosos con la mano, sino una buena tunda con la fusta. Podría negarlo o enmascararlo, pero jamás ofendería la inteligencia de alguien tan especial para mí disfrazando la realidad. Es verdad, hay algo que me ha molestado de tu comportamiento y me ha hecho reaccionar así. Ya te lo explicaré cuando esté completamente seguro de que no va a generar más malentendidos entre nosotros.

Sólo quiero decirte una cosa: me importas mucho y deseo, de verdad, descubrirte, desnudar tu alma hasta ver lo que se esconde en ella y, si me es dado, hacerte mía hasta ese punto de entrega absoluta por tu parte en el que tú te sientas tan entregada a mí como no lo has estado jamás a ningún hombre. Porque esto es así, siento hacia ti los mejores y más nobles sentimientos. Nunca te haría daño; antes me lo haría yo mil veces. Recuerda siempre esto, por favor, y si alguna vez te parece que soy duro o frío contigo, piensa en lo que acabo de decirte. No soy capaz, en este momento, de albergar ningún mal pensamiento hacia ti y, por ello, cualquier cosa que haga o diga en relación contigo siempre será con la mejor de mis intenciones. Siempre que piensas de otra manera, te equivocarás.

No quiero perderte y me llena de satisfacción el convencimiento de que a ti te sucede lo mismo conmigo. Aprendamos a mimarnos y a hacernos felices mutuamente, sin recelos ni temores. Y, por favor, no me digas que soy bruto, chulo, violento, etc... Vale que lo digas por hacerme daño o por cabrearme, pero me harías sentir terriblemente mal conmigo mismo si llegase a la conclusión de que así piensas de mí.

Y, para terminar, pase lo que pase entre nosotros, y aunque en la cama después pueda resultar todo un desastre -que no lo creo- siempre conservaré un maravilloso recuerdo de ti.

Sólo una cosa más. Cuando algo que yo diga o haga te conmueva o inspire tu ternura o cualquier otro sentimiento agradable en ti, por favor házmelo saber; pues de otro modo pensaré que no lo aprecias o incluso que te desagrada. No temas mostrar tus sentimientos conmigo; nada deseo más que tenerte "en carne viva", sin falsas pieles que enmascaren tu hermosa desnudez. Igualmente, te pido que pongas de relieve lo que no te gusta de mi comportamiento, pero con naturalidad y sin enfados que, te aseguro una vez más, no están justificados.

À demain, mon amourette. Dulces sueños.
Mad

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