Buenas tardes, cariño.
Por fin dispongo de un ratito para escribirte, aunque no con la tranquilidad que desearía, pues no estoy solo en casa y, además, te escribo desde la habitación de mi hija con los dos gatos subiéndose por todas partes. No hemos salido porque mi mujer no se encuentra bien.
Quiero decirte tantas cosas que no sé por dónde empezar. Supongo que, si me dejan, éste será uno de esos interminables testamentos que conlcuirás de leer entre bostezos. Quiero empezar por decirte que entiendo y disculpo tu e-mail de antesdeayer. Sin embargo, y de la misma manera en que te digo que borres, si quieres, la parte de aquel otro en que te hablaba de "los perros y los 40 sodomitas", puesto que es algo que nunca formará parte de mis fantasías hacia ti, ya que sé que te hiere, también deseo que conserves ése otro posterior que tan violentamente te indispuso contra mí.
Quiero que lo conserves y que lo leas de vez en cuando, pues en él, como en cada uno de los que nos hemos escrito hasta ahora y haremos en el futuro, está una parte de nosotros mismos, de ti y de mí.
En esta historia de pasión esquizofrénica que nos ha sido dado vivir y a la que, sin duda sin buscar y probablemente sin desear, nos hemos aferrado ambos como lo hace el naúfrago en la nocturna soledad del océano a la primera tabla que encuentra a mano, en la conciencia de que quizá sea la única que le impida ahogarse, a Don M.A.D. le corresponde vigilar que "la dama" no haga daño a Mad. A Don M.A.D. le importa "una higa" que lulut se abra de piernas con quien quiera, que se trague la lefa del primer impresentable que encuentre donde sea y que se deje hacer jirones la piel por cualquier aprendiz cutre de amo que sea capaz de despertar sus más bajas pasiones, lo que, de otro lado, sabe que no es nada difícil. Ahora bien, Mad, tu Mad, ése que se interesó por ti lo suficiente como para quitar tu velo de hembra sexual y hallar tras él a una mujer sensible y delicada, ése Mad no quiere que te roze ni el viento. Y si Don M.A.D., menos inocente y confiado y más frío, calculador y seguramente más inteligente que Mad, en su permanente búsqueda dentro de tu alma, encuentra una mujer manipuladora de sentimientos ajenos, una cuarentona "bien" aburrida y con ganas de emociones fuertes que no conoce límites ni escrúpulos a la hora de llevar a cabo sus propósitos, entonces utilizará su lengua a modo de látigo de infinito poder lacerante y, si el correo del otro día te pareció duro, espera y conocerás el verdadero significado de la palabra "dureza".
Te agradezco infinitamente que me exijas seguir viéndote como "lulut". Cuando te conocí me pareciste lista; ahora sé que eres inteligente, y mucho. Sabes igual que yo que necesitas a Don M.A.D. para respetar y sentirte unida a Mad. Sabes que no estás segura de que Mad por si mismo sea capaz de llenarte lo suficiente como para renunciar a los demás. Sabes que lo que te va a dar Mad te lo han dado ya otros y puedes volver a tenerlo cuando quieras, pero que Don M.A.D. no será tan fácil de sustituir en tu vida.
No temas, princesa, sé que no podemos renunciar a esa otra parte de nosotros mismos si queremos que esto tenga algún futuro, y de la misma forma que Don M.A.D., sin Mad, se cansaría de ti en tres o cuatro "sesiones", como mucho, también Mad sabe que sin Don M.A.D. no daría la talla ante ti.
Sé que no te gusta que ponga fecha de caducidad a nuestra relación, pero es una ley inexorable de la naturaleza que todo tenga un principio y un final. No sé qué tan lejos estará nuestra despedida, pero el día que llegue y que otro hombre ocupe mi sitio, no quiero que le digas: "conocí a un hombre en quien creí ver el macho dominante que siempre he buscado; ése que se sirva de mí para su placer sin ningún escrúpulo ni miramiento, tratándome como a una fulana barata, dominándome a partes iguales con su polla y con su látigo. Pero entonces se enamoró de mí, y todo se fastidió porque en ese momento empezó a tratarme como lo han hecho todos los hombres a lo largo de mi vida y se volvió desagradablemente dulzón y noño, y ya sólo quería hacerme el amor como un amante entregado, y llegué a sentir una mezcla de asco y lástima cada vez que me tocaba, hasta que tuve que dejarle porque ya no soportaba su empalagosa presencia".
Lejos de esto, espero que el día que nos dejemos me recuerdes con respeto y que pienses en mí como el hombre que te habrá convertido en lo que serás: una mujer entregada y sumisa, capaz de satisfacer y hacer feliz a cualquier hombre. Si esto llega a suceder, serás mi obra, y me sentiré muy orgulloso de ti. El día que te conocí fuiste 80% lulut y 20% "la dama", y así te encontré deliciosa, pícara, sensual, entregada, disponible, ofrecida sin pudor a pesar de su timidez, y también culta, inteligente, educada, amable, atenta.
Así es como te quiero siempre.
A veces le costará mucho a Mad reprimirse en favor de Don M.A.D., y es consciente de que, si no le deja actuar desde el principio, desde el momento cero, ya no será capaz de hacerlo jamás. Don M.A.D. siempre exigirá a lulut que ponga todo su sexo y su vicio en cada beso que le dé, y Mad siempre pedirá a "la dama" que ponga toda el alma en sus labios entregados a los de él.
En cuanto a tu deseo de compartir conmigo los lugares que te son queridos... quizá te agrade saber que ese mismo deseo siento yo contigo. Ayer tenía que ir a Majadahonda a primera hora de la tarde. Normalmente, desde Tres Cantos tomo la carretera de Navacerrada en sentido Madrid, hasta la M-40, y en 20 minutos estoy allí. Pero cuando he de ir en viernes, temo los atascos de la M-40 hacia los túneles de El Pardo, y me voy por Colmenar, Hoyo de Manzanares y Torrelodones donde tomo la A-6 en sentido Madrid y hasta Majadahonda. Hago más kilómetros, pero sin atascos.
Pues bien, ayer que hacía un día tan hermoso, mientras recorría el camino entre Colmenar y Torrelodones, donde los paisajes son muy bonitos, pensaba en lo agradable que sería llevarte a mi lado, parar el coche en cualquier punto del recorrido y, en un lugar mínimamente apartado de la carretera, sacar a lulut del coche, ponerla apoyada con las manos sobre e capó, subir su falda, bajar sus panties y su tanga, y follarla por detrás hasta llenar su coño o su culo de espesa lefa caliente. Después le daría la vuelta, le mandaría arrodillarse y limpiar con su lengua, sumisamente, los restos de lefa de mi polla aún dura, antes de meterla de nuevo y con dificultad en el pantalón. Inciso: supongo que tomarías nota el miércoles de algo que no debe faltar en tu bolso cuando vayas conmigo... kleenex. Después retomaríamos la ruta y pararíamos a comer en algún restaurancito típico un buen cordero con el que saciar el apetito "de verdad" que el "otro apetito" recién satisfecho siempre despierta. Después de comer, una agradable siesta en algún hotelito de la sierra, donde Mad le haría el amor a "la dama", con toda la dulzura del mundo, acariciando y besando con infinita delicadeza cada milímetro cuadrado de su piel, desde la frente hasta las puntas de los deditos de los pies... Y después de velar su sueño de niña grande, volvería a dejarla en su oficina o en su casa, mientras escucharíamos en el coche nuestras canciones preferidas ... Supongo que algún día lo podremos hacer.
Ahora mis horarios están muy constreñidos por la dichosa rehabilitación, pero, aún así, espero encontrar los momentos para tenerte a mi lado. Quiero pedirte una cosa, aunque sé que no me vas a hacer caso. Por favor, intenta verme como el hombre que soy, no como la imagen ideal que de "tu hombre" tienes en la mente. Piensa que no seré ni el mejor ni el peor de tus amantes, ni el mejor ni el peor de tus amos posibles. Tengo claro que si te agradé el otro día fue, en buena medida, porque me había encargado de advertirte que no esperases de mí nada demasiado especial ni mucho menos atractivo. Creo que salió bien. Ahora te pido lo mismo. Pensemos ambos que pasaremos un rato agradable, sin más, al que seguirán otros en los que el conocimiento y la confianza mutuos nos harán saborear todo más y mejor que el primero.
Y te quiero pedir algo más, y esto ya sí te lo digo muy en serio: jamás finjas un orgasmo conmigo, porque si me doy cuenta y aunque piense que lo haces por mi felicidad, me voy a sentir como un imbécil y eso podría fastidiar mucho las cosas entre los dos. Sé siempre tú misma, y si no llegas al orgasmo, bastante desgracia tienes tú como para tener encima que fingir. A Don M.A.D. es muy probable que tus orgasmos le importen una higa, pero a Mad le importarán muchísimo y hará todo lo posible por saborearlos contigo. Sólo tienes que decirme cómo hacerlo, y te pido que me lo expliques "por aquí".
Deduje el otro día que nunca has tenido un orgasmo mientras te penetran y que tu forma de correrte es por estimulación del clítoris. Explícame todo esto con detalle, por favor, porque me interesa mucho. Y no sientas vergüenza ni pudor; sabes de sobra que puedes contarme cualquier cosa que te pase, sea lo que sea, de tipo sexual o no.
Bueno, mon amourette, voy a dejarte por ahora. Te mando un beso en el que pongo toda mi pasión y unos cuantos azotes en ese culo que tanto deseo tener ofrecido... TQ,
Mad
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