11.3.08

la ternura de la ferocidad



Adorable putita viciosa:

Sólo unas líneas antes de marcharme a comer y a visitar unas obras después.

Antes de nada, decirte que ha sido un placer compartir un rato de charla contigo, con independencia de lo que después pueda pasar o no pasar. Me pareces un encanto y me atrae tu personalidad, o al menos lo que hasta ahora conozco de ella.

En cuanto a nuestra primera cita, habrás de ponerte minifalda, ajustada si puede ser. Preferiría que no llevases sujetador. Habrás de llevar tacones, pues el calzado plano, en general, no me gusta. Soy, además, bastante alto; ya lo sabes. Puedes ponerte zapatos o botas. Si hace frío y has de llevar medias, quiero que sean de color carne o negro, y siempre muy finas. Me complacería mucho que luzcas una pulsera dorada en tu tobillo izquierdo; ello se convertirá con el tiempo en un símbolo de tu pertenencia a mí y, en una primera cita, me hará apreciar tu deseo de complacerme. Aunque ese día no lleguemos a nada, me gustará propiciar la ocasión de ver la pulsera en tu tobillo; si llevas zapatos, entiendo que será fácil; si llevas botas, habrás de descalzarte en algún momento para mostrármela.

Para mí son muy importantes las formas, los detalles, los rituales, el comportamiento, etc. Si deseas complacerme, habrás de cumplir con ciertos rituales, con una liturgia que yo iré señalándote y que formará parte, necesariamente, de nuestros momentos compartidos. Ya te he dado algunas ideas; sabes cómo has de vestir y cómo has de comportarte. Dentro de poco, si seguimos adelante, te daré instrucciones precisas sobre todos aquellos aspectos que habrás de tener en cuenta en nuestros encuentros. No has de temer nada; no serán cosas difíciles de cumplir para ti.

Espero que cumplas con todo lo que te he indicado. Tengo ganas de ti y espero que sepas complacerme, pues necesito una sumisa como tú y presiento que tú necesitas un buen Amo que te guíe con mano firme para “enderezar” esa conducta a todas luces desviada y morbosa que presentas, y te muestre los placeres de la sumisión absoluta. Hoy me la has puesto dura, lo reconozco, y espero que siga siendo así. Me encantan las niñas viciosas y obedientes, y creo que tú tienes madera; espero que no me decepciones, como espero no hacerlo yo contigo.

Dime algo, ¿te gusta la idea de ser la esclava de un hombre o sientes que esa definición te viene grande y que no pasarías de merecer el calificativo de putita calentona y sumisa?

Para terminar, recordarte algo: No pretendas impresionarme con tu "pedigrí" ni que ello constituya una barrera que coarte mi deseo de emputecerte. Si quieres mover algo dentro de mí hasta el punto de que te considere mi amante, quizá mi única amante, procura mostrar dulzura, sencillez, naturalidad y disposición a agradarme. En cuanto a tu "otro mundo", cuanto más "elevado" te empeñes en mostrármelo, mayor deseo sentiré de rebajarte al nivel de una simple furcia de bar de carretera. Nada excita más mis sentidos que la idea de convertirte en una vulgar putita al servicio de las más bajas pasiones.

Bueno, ahora ya sí me voy. Gracias por esta mañana tan interesante.

Un beso largo y húmedo donde más lo desees y unos buenos azotes en ese culo de calientapollas que estoy deseando hacer mío. Lástima que sea tan fácil dejar marcas en él, porque siento un deseo irreprimible de azotarlo intensamente.

Tu posible Amo,

Mad, de momento...

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