Buenos días, lulut.
Me agradó recibir tu sms y tu e-mail ayer. Me hubiese gustado responderte con un sms, pero no me atrevo hasta saber si puedo hacerlo sin comprometerte. Ya me dirás si tengo plena libertad para hacerlo cualquier día y a cualquier hora o si, por el contrario, he de observar ciertas restricciones.
Se nota que estabas cansada cuando escribiste el e-mail, cansada y quizá con pocas ganas de comunicar.
Voy a intentar aclarar, desde mi punto de vista, algunas de las cuestiones que planteas en él.
En primer lugar, me gustaría incidir en una cuestión sobre la que pensaba que ya había conseguido ganarme cierta confianza por tu parte; observo con un cierto desaliento que no es así.
Verás, lulut, soy una persona EXTRAORDINARIAMENTE discreta, en todas las facetas de mi vida. Soy de la opinión de que en esta vida puede hacerse casi cualquier cosa, bajo dos premisas: no dañar a los demás y actuar con extrema discreción. Mi carácter es reservado y doy muy pocas explicaciones a los demás sobre mis actos. Esta misma discreción, que reivindico para mí, la concedo sin reservas a los demás. Así pues, y te ruego que grabes esto en tu cabeza, NUNCA haría nada que comprometiese la discreción de nuestras relaciones y que pusiese en peligro tu "otra vida". Esto es algo que creía haber dejado ya claro. Parece que no ha sido así y espero haberlo hecho ahora de una vez por todas. Te voy a decir algo, para tu tranquilidad, aunque no tengo demasiado claro que vayas a creerme. Mira, lulut, yo podría saberlo todo acerca de ti, quién eres, dónde vives, dónde trabajas, quién es tu marido, quién es tu familia... y JAMÁS, pasase lo que pasase entre nosotros, haría NADA que te comprometiese o te dañase. He tenido perritas desde hace varios años. Te puedo hablar de una que estaba casada, a cuyo marido yo conocía, sabía el hospital en el que trabajaba, conocía la dirección de su casa, me servía sexualmente de ella en su casa de fin de semana, tenía todos sus teléfonos: casa, trabajo, casa de campo, tenía un montón de fotos de ella desnuda, a cara descubierta, en actitudes claramente sexuales y obscenas... Pues bien, a pesar de ser ella quien puso fin a nuestra relación, jamás cometí ni la más mínima indiscreción. Pasado un tiempo, destruí incluso todas las fotos, negativos incluidos.
En fin, espero que esto te ayude a conocerme un poco mejor.
A partir de ahora, cuando toques este tema y me plantees de nuevo tus dudas y reticencias, simplemente no te contestaré. Creo que si queremos avanzar hacia un conocimiento mutuo que nos incite a ambos a dar el paso de intentar mantener una relación, debemos intentar ir siempre en línea recta y hacia adelante, aunque sea despacio. Dar vueltas en círculo, alrededor de los mismos temas, creo sinceramente que no conduce a nada.
No sé si piensas que soy una especie de "pasado de vueltas" o "descerebrado" para quien todo vale, quien no siente respeto por los demás, que no conoce límites y que pierde el control con facilidad. Espero que no sea así, porque si fuera el caso, habría de felicitarte por no haber estudiado psicología, pues seguramente no estarías muy cotizada.
Quizá hayas pensado que cuando te comenté la posibilidad de entregarte a otros estaba pensando en hacerlo en algún lugar público, como un local de intercambios o algo parecido. Para nada es así. He estado un par de veces en esos sitios, hace ya mucho tiempo -bastantes años- y no me gustó lo que encontré. Quizá en este tiempo transcurrido desde entonces haya subido un poco el nivel y mejorado el ambiente, pero siguen sin despertar mi interés. Si te hablé de entregarte a otros pensaba en hacerlo con la máxima garantía de anonimato para ti y siempre entre las 4 paredes de un apartamento.
Sinceramente creo que necesitas vivir esa experiencia y que, en muy poco tiempo y de mi mano, podrías sentirte tan realizada en tus fantasías como jamás lo has estado hasta ahora en tus años de existencia, pero si eso constituye para ti un límite insalvable, no hay más que hablar, pero, por favor, no me trates como si fuese un descerebrado que quiere arruinar tu vida, porque, entre otras cosas, si me gustan estos juegos "ALTernativos" es precisamente porque soy muy cerebral. Ojalá lo fuese menos y, a cambio, fuese más pasional, pero es lo que hay.
Me hablas de cuidar de ti. Mira, cielo, nadie cuidará más ni mejor de ti que tu AMO, sea yo o sea cualquier otro que tú elijas con un mínimo acierto. Ése es el primer punto de cualquier manual de S/M ¿Quién crees que cuida mejor de mis dos gatos? Los riño cuando hacen algo mal, hasta los doy un ligero azote en ocasiones para hacerlos comprender sus errores, pero también los doy de comer, los cuido cuando están enfermos, me ocupo de que tengan lo mejor, los acaricio y los doy todo mi cariño. ¿Por qué habría de actuar de otro modo con mi perrita?
Leyéndote, me viene a la imaginación un símil. Eres como esos cineastas que quieren controlar todas las facetas de sus obras; quieren producirlas, elegir los escenarios y decorados, dirigirlas, interpretarlas, postproducirlas, etc.. Tu forma de ser sumisa y de "perder el control de las situaciones" no es actuando como tal y dejándote llevar, no. Tú quieres decidir no sólo quién ha de someterte -lo cual es razonable- sino también cómo ha de hacerlo, cuándo, dónde, etc... Dentro de este juego de rol que tanto parece excitarte, no te basta sólo con ser la actriz principal, tienes que ser también la directora. Yo te propongo, pues no me atrevo a mandarte -no sea que me muerdas- que intentes salirte de ti misma y analizar con objetividad lo que pretendes. ¿De verdad quieres ser sumisa? Si es el caso, porfa, empieza a demostrarlo un poco.
En cuanto al físico, aclaremos también algunas cuestiones. Yo no soy un hombre guapo, así que si esperas encontrar en mí una especie de Richard Gere, Brad Pitt, etc. igual estamos perdiendo el tiempo los dos. Soy alto, con un cuerpo razonablemente atlético para mis 45 años, de aspecto muy varonil -dicen-, bien dotado y con un físico creo que apropiado para ejercer de Amo, pero no soy guapo. Dicho esto, te voy a contar algo que puede resultar de tu interés. Hace poco, mantenía una relación similar a la que ahora tengo contigo con otra chica. Me gustaba mucho su forma de actuar, de sumisa convencida y experimentada. Ella se definía como atractiva y algo más que ahora no recuerdo. Cometí el exceso de sinceridad de decirle lo que acabo de decirte a ti, que no soy un hombre guapo. A partir de ahí empecé a notar un cambio en su discurso y a poner de relieve en exceso lo que no es sino una obviedad: que sólo sería mía si se sentía atraída por mí. Hablamos una hora por teléfono el día anterior a la cita y yo le expliqué que, puesto que para ella el físico sería determinante, en justa reciprocidad también lo sería para mí, pues aunque aprecio otras cualidades en una sumisa, también puedo "cambiarme el chip" y hacer del físico una prioridad. Cuando le dije esto, vi que se quedó preocupada y me pidió que no cambiase mi forma de pensar. Bien, llegó la hora de la cita y, la verdad, su físico no me agradó en exceso, mientras noté que ella sí había recibido una grata impresión del mío. No quiero ser presuntuoso; quizá esperase encontrarse con un "loro" y se sintió aliviada al encontrarse con un tío normal. Ahora yo me debato en el dilema de ponerle o no el collar y la correa. Si no hubiese enfatizado tanto lo del físico, lo llevaría ya alrededor del cuello, pero como lo hizo, me pregunto hasta qué punto no debería hacerle probar su propia medicina.
Bueno, querida, pues ya sabes lo que hay. Que habremos de sentirnos atraídos el uno por el otro, es evidente y no necesita comentarios. Ahora bien, si para ti el físico es la prioridad, para mí también lo será, y de igual forma que no me cabe duda alguna de que me mandarás a tomar por culo sin demasiadas contemplaciones si mi físico no sobrepasa tu listón - a lo que parece, más bien alto- yo haré lo propio si tu físico no se corresponde con mis gustos, que también los tengo. Eso sí, con la diferencia de que, al no ser tan tajante como tú, siempre lo haré con delicadeza, educación y buen gusto, como corresponde a alguien a quien no le gusta herir los sentimientos ajenos. Como dicen los castizos, "o jugamos todos, o se rompe la baraja", o, en un símil tal vez más apropiado, "o follamos todos o echamos a la puta".
En estas condiciones, yo te propongo -puesto que no poseo aún derecho alguno de mandarte- que hagamos lo siguiente. Durante la semana que viene seguimos comunicándonos "por aquí", por sms e intentamos charlar, siquiera sea un rato, por teléfono. Para la semana siguiente, nos hacemos la idea de quedar a tomar un café. Una vez nos veamos las caras, la mayoría de nuestras dudas se despejarán y así, si no nos gustamos, tampoco habremos perdido el tiempo más de la cuenta.
¿Estás de acuerdo conmigo, chérie? I hope so.
Para tu tranquilidad, tesoro mío, te diré que no tengo ninguna intención de enamorarme de ti ni me parece, por lo poco que conozco de ti hasta ahora, que seas el tipo de mujer que pudiera atraerme hasta ese extremo, y te lo digo con todo el cariño del mundo. Afecto te tengo ya, y espero que aumente "au fur et à mesure" que vaya conociéndote; respeto, siempre, pero amor, en el sentido del que un hombre siente por una mujer,... quédate tranquila.
Bueno, tengo que dejarte para trabajar, aunque sólo sea un rato. Cuídate, disfruta de tu finde, piensa un poco en mí y, sobre todo, piensa que todo lo que te he escrito lo he hecho "de buen rollo" y con el máximo afecto hacia ti. Esta forma de comunicación tiene el inconveniente de desvirtuar el matiz y el tono que el escritor quiere imprimir a su "obra", así que quiero aclararte que, aunque haya podido resultarte algo tajante por momentos, mi perrita cuenta siempre con mis mejores deseos.
D. M.A.D.
11.3.08
"Aviso a navegantes" y algunas indicaciones
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