12.3.08

Déjeme sin aliento


Deseada señora:

Como este ser pusilánime, cobardón, reservón, "güebón", ange no sé qué coño, picha floja y, sobre todo, dulzón hasta la "babosidad", no se atreve a transformarse para UD. en un auténtico macho que ocultando su más impúdica desnudez con la única ayuda de una gabardina se presente ahora mismo en ese su despacho que a buen seguro tantos secretos oculta, y abrirse la gabardina y quedarse ante UD. en pelota picada y meneársela con absoluto descaro ante su atónita mirada y salpicar con su abundante y espesa lefa de muchos días de excitación reprimida esos interminables informes que pueblan su mesa de aburrimiento y desesperación, para a continuación tomarla con fuerza entre sus decididos brazos, sentarla sobre el borde de su mesa, despojarla de toda molesta prenda que oculte sus bajos y, arrodillado ante UD, hacerle la mejor comida de coño que le hayan hecho en en su vida, ese ser deleznable que no puede inspirar sino su más absoluto desprecio, le manda otra mucho más modesta sorpresa, en forma de letra de canción, cuyos vastos conocimientos de la lengua de Shakespeare le permitirán, sin duda, traducir "comme si de rien n'était", en la osada, injustificada e injustificable pretensión de que a UD. pudiera o pudiese sugerirle algo...

Por favor, mi señora, déjeme UD sin aliento y, sobre todo, disculpe esta maldita manía que he adquirido desde que me posee babeante a sus pies y que delata mi impericia como escritor, de expresarme a través de frases interminables y, a buen seguro, indigeribles, incluso para una dama de exquisita cultura y capacidad comprehensiva como sin duda lo es UD.

Mad, obviamente...


PD.- ¡Si Don Julio llega a enterarse de esta afrenta a la virilidad...! Por favor, señora, que esto sea siempre un secreto entre UD. y yo...

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