Mi querida ¿?
Espero ser digno, en un futuro no muy lejano, de conocer tu nombre, o al menos alguno por el que te gustase ser llamada por mí.
Por cierto, ¿eres extranjera o has vivido en el extranjero?
Tu correo me agrada y valoro especialmente su extensión y detalle. Aprecio el gusto por la buena escritura.
Lo que me cuentas no me arroja hacia ti apasionadamente ni me aleja de ti; es tu manera de entender este tipo de relaciones, como yo tengo la mía. Nuestra mutua tarea será, si ambos pensamos que merece la pena, intentar llegar a algún punto de encuentro. Sinceramente pienso que ese punto existe, y sinceramente te digo también que nos va a costar encontrarlo.
Me parece genial que poseas un árbol genealógico del que te sientas tan orgullosa, y que todo el mundo bese el suelo sobre el que pisas. Me da la sensación que eso te gusta mucho y que exhibes tu condición de mujer de éxito como una especie de trofeo de caza. ¿Sabes lo que eso me sugiere? Te lo diré, y espero que aprecies mi sinceridad, aunque pueda equivocarme. Creo que ese afán por recalcar esa parte de tu vida, enmascara otra carencia muy importante: quizá nadie te vea como hembra, pura y simple, y, lo que es peor aún, como ser humano. Se me ocurre que puedas tener esa carencia en tu vida e intentas sublimarla con ese afán de dominio de todo y de todos.
En fin, es sólo una teoría, evidentemente. Si me es dado conocerte, podré emitir una opinión un poco más docta.
Dices que no gustas de ser humillada; me gustaría saber si tú no lo haces, consciente o inconscientemente, con aquellos que, según tú, te tienen poco menos que como una diosa. No me dirigiré a ti, pues, en tono insultante, pero también habrás de entender que a mí tu "pedigree", lejos de incitarme a venerarte -como parece ser te encanta- me incitará a tratarte como una furcia, y no de las caras precisamente, sino de las de bar de carretera, de esas que se pasan el día abiertas de piernas satisfaciendo los primarios deseos de camioneros grasientos. Lo siento, pero no puedo desearte de otra manera, al menos por ahora. Como antes te dije, entiendo el sometimiento en clave fundamentalmente sexual, así que, si finalmente te entregas a mí, has de saber que me serviré de ti íntimamente sin ningún miramiento y que, llegado el momento, me gustaría entregarte a otros, siempre que tú estés de acuerdo.
Por otro lado, sería supermorboso que ambos pudiésemos compartir la vida del otro, y dentro de la máxima discreción y complicidad, desarrollar nuestras fantasías. A mí me encantaría traerte a mi despacho, hacer que te exhibiéses para mí, ponerte sobre mis rodillas con la falda subida y la braga -si la lleváses- bajada y darte una buena azotaina antes de follarte poniéndote a cuatro patas sobre mi mesa de despacho. Por desgracia, entiendo que esto no será así y que nuestras "otras vidas" estarán siempre al margen de nuestro mutuo descubrimiento del "lado oscuro".
¿Por qué te cuento este rollo? Pues muy sencillo, porque yo no voy a tener nunca constancia fehaciente de tu "elevada dignididad", así que, hablando en plata, me trae al fresco tu "pedigree". Bueno, quizá no tanto, pues, en el fondo, cuanto más pecho saques más placer encontraré yo en hacerte agachar la cabeza, hasta que llegue a la altura de mis pies.
Que no te guste el dolor, no me preocupa. Es evidente que habré de ponerte un buen lubricante antes de sodomizarte. Nada demasiado importante.
En cuanto a las características que habrá de tener tu Amo, decirte primero que estoy totalmente de acuerdo en que deberá cuidar de ti; de otro modo, no sería un Amo, sino una bestia. ¿Cómo no cuidar de quien tanto placer ha de procurarle a uno? En segundo lugar, quiero hacerte una reflexión que más de una vez he tenido que hacer a sumisas -en ejercicio o aspirantes como tú-.
Suele ser habitual entre vosotras el siguiente razonamiento, o más bien deseo: "no soy una sumisa vocacional ni fácil; el Amo que me someta deberá saber doblegar mi voluntad". A mí este planteamiento, como pura teoría, me parece perfecto, pero su aplicación práctica presenta algún problema serio. Si tú no tienes asumido tu papel y no posees la clara determinación de llevarlo a cabo, ¿qué pasa, si, por ejemplo, quedamos a tomar café y te mando ponerme tú el azúcar y me contestas que no? Es un ejemplo tonto, lo sé, pero creo que válido. En ese momento ¿te doy dos tortas delante de todo el mundo, me levanto y me marcho o te río la gracia? Espero que entiendas lo que te quiero decir. Como tú muy bien indicas, nosotros sólo compartiríamos unos pocos momentos aislados de nuestras vidas. Si yo fuése tu marido, tu jefe, o tu subordinado, tendríamos muchos momentos después para "arreglar" el malentendido, pero no es el caso. No sé si entiendes lo que quiero decir; tal vez me haya liado un poco. Vale que no te sometas ante cualquiera, pero entiende también que si decides hacerlo, debes colaborar al máximo y acudir a nuestros encuentros con la mejor de tus voluntades, a menos que quieras correr un riesgo serio de "cortar el rollo" for ever.
Cuídate, mi querida aspirante a putita, sumisa y morbosa ...
Un beso largo y húmedo, donde más lo desees -sí, soy un Amo atípico, lo sé, pero no renunciaría a lamer tu sexo- y una buena azotaina en ese culo vicioso que creo las hecha mucho de menos.
D. M.A.D.
Espero ser digno, en un futuro no muy lejano, de conocer tu nombre, o al menos alguno por el que te gustase ser llamada por mí.
Por cierto, ¿eres extranjera o has vivido en el extranjero?
Tu correo me agrada y valoro especialmente su extensión y detalle. Aprecio el gusto por la buena escritura.
Lo que me cuentas no me arroja hacia ti apasionadamente ni me aleja de ti; es tu manera de entender este tipo de relaciones, como yo tengo la mía. Nuestra mutua tarea será, si ambos pensamos que merece la pena, intentar llegar a algún punto de encuentro. Sinceramente pienso que ese punto existe, y sinceramente te digo también que nos va a costar encontrarlo.
Me parece genial que poseas un árbol genealógico del que te sientas tan orgullosa, y que todo el mundo bese el suelo sobre el que pisas. Me da la sensación que eso te gusta mucho y que exhibes tu condición de mujer de éxito como una especie de trofeo de caza. ¿Sabes lo que eso me sugiere? Te lo diré, y espero que aprecies mi sinceridad, aunque pueda equivocarme. Creo que ese afán por recalcar esa parte de tu vida, enmascara otra carencia muy importante: quizá nadie te vea como hembra, pura y simple, y, lo que es peor aún, como ser humano. Se me ocurre que puedas tener esa carencia en tu vida e intentas sublimarla con ese afán de dominio de todo y de todos.
En fin, es sólo una teoría, evidentemente. Si me es dado conocerte, podré emitir una opinión un poco más docta.
Dices que no gustas de ser humillada; me gustaría saber si tú no lo haces, consciente o inconscientemente, con aquellos que, según tú, te tienen poco menos que como una diosa. No me dirigiré a ti, pues, en tono insultante, pero también habrás de entender que a mí tu "pedigree", lejos de incitarme a venerarte -como parece ser te encanta- me incitará a tratarte como una furcia, y no de las caras precisamente, sino de las de bar de carretera, de esas que se pasan el día abiertas de piernas satisfaciendo los primarios deseos de camioneros grasientos. Lo siento, pero no puedo desearte de otra manera, al menos por ahora. Como antes te dije, entiendo el sometimiento en clave fundamentalmente sexual, así que, si finalmente te entregas a mí, has de saber que me serviré de ti íntimamente sin ningún miramiento y que, llegado el momento, me gustaría entregarte a otros, siempre que tú estés de acuerdo.
Por otro lado, sería supermorboso que ambos pudiésemos compartir la vida del otro, y dentro de la máxima discreción y complicidad, desarrollar nuestras fantasías. A mí me encantaría traerte a mi despacho, hacer que te exhibiéses para mí, ponerte sobre mis rodillas con la falda subida y la braga -si la lleváses- bajada y darte una buena azotaina antes de follarte poniéndote a cuatro patas sobre mi mesa de despacho. Por desgracia, entiendo que esto no será así y que nuestras "otras vidas" estarán siempre al margen de nuestro mutuo descubrimiento del "lado oscuro".
¿Por qué te cuento este rollo? Pues muy sencillo, porque yo no voy a tener nunca constancia fehaciente de tu "elevada dignididad", así que, hablando en plata, me trae al fresco tu "pedigree". Bueno, quizá no tanto, pues, en el fondo, cuanto más pecho saques más placer encontraré yo en hacerte agachar la cabeza, hasta que llegue a la altura de mis pies.
Que no te guste el dolor, no me preocupa. Es evidente que habré de ponerte un buen lubricante antes de sodomizarte. Nada demasiado importante.
En cuanto a las características que habrá de tener tu Amo, decirte primero que estoy totalmente de acuerdo en que deberá cuidar de ti; de otro modo, no sería un Amo, sino una bestia. ¿Cómo no cuidar de quien tanto placer ha de procurarle a uno? En segundo lugar, quiero hacerte una reflexión que más de una vez he tenido que hacer a sumisas -en ejercicio o aspirantes como tú-.
Suele ser habitual entre vosotras el siguiente razonamiento, o más bien deseo: "no soy una sumisa vocacional ni fácil; el Amo que me someta deberá saber doblegar mi voluntad". A mí este planteamiento, como pura teoría, me parece perfecto, pero su aplicación práctica presenta algún problema serio. Si tú no tienes asumido tu papel y no posees la clara determinación de llevarlo a cabo, ¿qué pasa, si, por ejemplo, quedamos a tomar café y te mando ponerme tú el azúcar y me contestas que no? Es un ejemplo tonto, lo sé, pero creo que válido. En ese momento ¿te doy dos tortas delante de todo el mundo, me levanto y me marcho o te río la gracia? Espero que entiendas lo que te quiero decir. Como tú muy bien indicas, nosotros sólo compartiríamos unos pocos momentos aislados de nuestras vidas. Si yo fuése tu marido, tu jefe, o tu subordinado, tendríamos muchos momentos después para "arreglar" el malentendido, pero no es el caso. No sé si entiendes lo que quiero decir; tal vez me haya liado un poco. Vale que no te sometas ante cualquiera, pero entiende también que si decides hacerlo, debes colaborar al máximo y acudir a nuestros encuentros con la mejor de tus voluntades, a menos que quieras correr un riesgo serio de "cortar el rollo" for ever.
Cuídate, mi querida aspirante a putita, sumisa y morbosa ...
Un beso largo y húmedo, donde más lo desees -sí, soy un Amo atípico, lo sé, pero no renunciaría a lamer tu sexo- y una buena azotaina en ese culo vicioso que creo las hecha mucho de menos.
D. M.A.D.
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